No he de controlar a las grandes palabras,
aquellas que vienen de lo eterno
del lugar donde no hay tiempo
del lugar de la poesía.
No he de manipular a las grandes melodías,
aquellas canciones infinitas
que suenan en los rincones oscuros.
Mas he de pertenecerles:
a las grandes palabras,
a las grandes melodías,
a lo sublime de la simple existencia.
Yo no dejo por herencia a la carne
a lo transitivo, lo corporal y finito
Yo dejo por herencia el legado
que me dan aquellas palabras,
aquellas melodías.
Yo dejo de mí la dadiva de la eternidad,
Y a cambio de mi soledad
Recibo sus nobles ofrendas.
Fotografía: ahmed makhlouf
Músico y disque filósofo. Traductor del mundo a través de palabras y sonidos. Soy un ser arrojado a la existencia en busca de una verdad subjetiva.