Me siento ubicada,
perteneciente a un suelo.
Dueña de corazones.
Esclava del tiempo.
Amante de sombras
y de amaneceres.
Un torbellino
de rutinas
aleatorias,
alérgica a lo hostil,
a lo vano.
Que voy de aquí a allá.
De vuelta.
Y con atajos.
Navego en vidas
sin salvavidas,
temiendo hundirme
Evitando hundir.
Y en plenas tormentas,
saciada de adrenalina,
descubro que mi latir
no es un dado al aire.
Y siento
que el mañana,
a pesar de cualquier desastre,
siempre puede ser un buen día.
Fotografía por Katya Mamadjanian.
Me persigue mi pasión por escribir pero mi mente me bloquea a perseguirlo de vuelta.