Todas las noches camino entre las paredes blancas, es el mismo sonido el que me conduce a donde no estás, veo las palmas de mis manos, regreso a la misma puerta de la habitación, abro despacio y te pregunto si le dedicaste alguno de tus últimos latidos a nuestro amor, el mismo eco, trato de abrir los ojos y es ella, me sonríe en silencio, nos vamos al final del camino, me deja aquí entre el montón de libros sobre el tiempo detenido, le digo que no quiero reconciliarme con lo que no puedo tener, no quiero preguntar una y otra vez sin tener respuestas.
No quiero que veas el infierno en el que me he convertido, soy un montón de sueños inconclusos, la hoja en blanco olvidada por el tiempo de los viajeros que nunca regresan, esa espera que no llega, soy la que se quedó mirando a través del espejo.
un cuervo con aroma a fresa viviendo en Nevermore