Anegada la mirada en adoquín
La marea de la media tarde sumerge
Al submundo de piedra donde ya floto
Ante la sombra de un árbol soleado
Manantial de luces y sombras son el suelo
Red traslúcida que se cruza buscando el aliento; follaje
Refugio verde de proyección oscura por fotones incoloros
o la alegoría de la caverna, sentado en la banca pública favorita
o la esperanza inconsciente de un Yo harto de esmog
o la física del caprichoso viento y el engañoso sol
La nostalgia de una corriente fresca me ancla la cabeza a esta ciudad
En mi hora de comida, cuando alimento con pan a bisnietos de los peces.
Camino entre místicos perfumados de aire.