Si pudieran haber visto aquella escena, escena silenciosa.
Ella sentada, aferrada a sus piernas contra el pecho y él abrazándola; los dos soltando lágrimas, lágrimas que caían sobre aquellas morenas piernas, lágrimas saladas que ardían sobre las heridas.
Los dos suplicando perdón, ella aferrada a sí misma y él aferrado a ella.
¿Cómo se calma la tormenta que has estado creando durante veintisiete años?
¿Jalando del gatillo o abusando de los antidepresivos?
Aquellos susurros y aquel llanto. Y es que el llanto, a veces, no es suficiente ni mucho menos un abrazo de papá queriendo calmar aquella marejada, que es igual a un curita queriendo evitar que sangre una herida de bala.
Profunda y desgarradora.
Así era la escena.
Fotografía por Normen Gadiel.
Estudio una rama de las ciencias médicas llamada Nutrición, fiel creyente del amor real mas no practicante.