Miércoles 31 de mayo, Foro Indie Rocks. Es la primera vez que estoy en este escenario importante de la escena musical independiente. En él se han presentado bandas y músicos de gran trascendencia. La alineación musical de esta noche la forman Abel Ibáñez G., Amapola y Madame Récamier, tres proyectos que han fusionado sus vibras sonoras para darle vida a esta nueva edición de las ERRR Nights.

El show ha dado inicio con Abel Ibáñez G., compositor de indie rock que tras residir varios años en Australia ha vuelto rápidamente a México para regalarnos un par de conciertos bajo su nuevo proyecto solista. A pesar de que éste se trata de su primer show en Ciudad de México, los coros y gritos de apoyo del público nos hablan de que se trata de un artista muy querido. “Dan vueltas los días, no paran de bailar”, nos canta Abel mientras las parejas ondulan de un lado a otro. Sus canciones son de ese tipo de indie acústico que te llevan a soñar despierto. En lo personal me recuerda un poco a Siddhartha: una voz arrulladora con distorsiones ligeras para meterle esa energía rockera a los sueños. Abel agradece a familia, amigos, sus músicos, bandas participantes y a Fragments and Forms, estudio a cargo de la parte visual del escenario. “Y eres tú, con tu risa”, nos complace Abel con una última canción luego de que la clásica demanda “otra” se escuchara con hartas ganas. Concluye su show y la lluvia de aplausos y gritos no se hace esperar.

La siguiente en subir al escenario es Amapola, compositora chilena que le dedica su primera canción, “Manzano”, a su abuela, quien acaba de pasar a mejor vida. “A la vida eterna, la verdad yo no creía en eso”, dice con una sonrisa nostálgica, “pero ahora sí lo quiero creer.” La vibra de Amapola se siente como las hojas mecidas por el viento, me transmite que es una persona transparente, que siente mucho. Sus composiciones son del tipo que te atraviesan el pecho, te elevan y te dejan flotando entre las nubes. Toca con cuerdas de nylon, lo que le da esa esencia íntima y mística. Es tanta la presencia que transmite la voz de Amapola que tras unos minutos las personas que platican en el pública terminan por guardar silencio para escucharla atentos. “Las cosas importantes otra vez las perdí”, nos canta Amapola. La combinación entre la dulzura de su voz y la realidad de sus líricas me hacen derramar unas cuantas lágrimas, manifestando el sentimiento de gratitud que traía atorado en el pecho por estos días de andar caminando al lado de gente que amo. Lo que hace Amapola es que su voz de jardinería siembra paz en quien la escucha, remueva esa barreras ridículas que siempre debemos poner para que este mundo no nos haga mierda. Su música te abraza y te dice oye, todo está bien, yo también me he sentido así, como incapaz de que el tiempo se detenga. La versatilidad en los ritmos de sus canciones también hacen que cada canción sea un deleite, que aderezadas con las letras reflexivas te dan la receta perfecta para profundizar en ti mismo. “¿Cómo saber si es paciencia, o pura demencia?”

Termina Amapola y sube Madame Récamier, a quien tengo muchas ganas de escuchar por los comentarios favorables que me han dado de su música. En el escenario hay un piano, un violín y una guitarra. Inicia la primera pieza y la voz de Gina, vocalista de la agrupación, se me hace impresionante, la asocio a proyectos de música dream-pop-alternativa con una lead-singer potente. Cierro los ojos y dejo que el viaje sideral haga lo suyo. Su música me transporta a sensaciones/visiones oníricas. Sin embargo, a la tercera canción el micrófono empieza a presentar fallas, un chirrido que no permite disfrutar la voz de Gina. Tras una canción instrumental y el intento vano de reparar el detalle del micrófono, el show concluya prematuramente, dejándonos a la mitad del trance Recamier. Una lástima, pues la música iba conectando chido. Pero bueno, a veces pasa, ya nos tocará escuchar su set completo en el futuro.

Salgo al patio a respirar un poco de noche y encuentro que afuera los amigos de Fantasma Press han montado un stand con varios fanzines y revistas impresas de ERRR Magazine. Tomo una con fotos de edificios y paisajes urbanos/rurales que nos cuentan una historia poética muy surreal. Tras pasar un par de páginas decido que ya tengo souvenir de esta gran noche acústica. Quedo sorprendido con todo el trabajo editorial de este proyecto y me retiro emocionado por tanta nueva música que ha llegado hoy a mis oídos.