Todavía me cuestiono si fue un obsequio o un infortunio conocerte. Pienso en los momentos positivos y me pregunto si se sobreponen ante los negativos. Puedo continuar en perpetuo silencio o quizás deba mitigar mi orgullo herido. ¿Te confieso mi honesto pesar o prosigo evitando el problema, falseando su magnitud para que no me aplaste? No sé si pueda decirte que extraño tus conversaciones, si pueda escribirte o verte, pues cuando no se sabe amar, no es posible distinguir lo que es o no es una conexión genuina, y el no poder diferenciarlo te vuelve incapaz de valorar lo que es necesario apreciar. El odio y el temor han menguado en mí, casi en su totalidad al amor y sus variantes, no sólo se han extinguido los amoríos, ya tampoco existen las amistades.