Guardar tu voz en la memoria,

cuando la risa está atrapada,

mezclada con música, entre las almohadas,

alta de emoción o triste y rota.

Guardar tu rostro en la oscuridad,

memorizarte con mis manos, tus ojos sobre el café,

tu mirada sobre las cartas, cuando nada es certero.

Guardar tu silueta a contraluz,

la forma de tu espalda y los abrazos que se desvanecen,

esa pelusilla de tu cara, la barba de unos días,

la forma de tus labios, dientes y lengua.

Guardarte atravesado en el corazón,

con miedo a perder(te)

y que solo exista(s) como un eco,

dentro de mi cabeza.

 

Fotografía por Lorella Furleo Semeraro