Tomo una foto para no olvidarte.

Incluso a sabiendas de que al instante después de esa captura ya habrás cambiado.

¿Hasta cuándo la mente es capaz de recordar?, ¿Cuál es el límite entre la nostalgia, lo real y el olvido?

Después de un tiempo las palabras, las miradas y los átomos que componen tus (nuestros, míos) recuerdos se entremezclan y empiezan a distorsionarse con lamentable y meteórica urgencia.

Y yo siendo tan ambiciosa y aferrada simplemente no quiero soltar.

Por eso tomo ahora esta foto, una garantía de que tu imagen vivirá imperecedera y brillante para siempre y con eso me basta. Me tiene que bastar.