De todas las pinches máscaras que nos ponemos, la que más cuesta ponerse es la sonrisa.
No la verás en todas partes.

A tu alrededor hay diseños familiares
reflejando preocupaciones y suspiros pesados
que todavía después de cargar todo el día, son llevadas a la cama la mayoría de las noches.

Algunos días verás ceños fruncidos y vacíos
mirando fijamente al suelto
mientras se ahogan en pensamientos profundos.

De todas las máscaras que usamos
la sonrisa es la más codiciada,
una la cual la mayoría no puede costear.

Lo más doloroso, es que muchos creen que tiene un precio.

Fotografía por Michael Gershtein