Lux in tenebris

M 

Tenía que llegar este momento, todo el sentimiento transformado en un golpe de realidad; la bofetada del destino que nunca termina de escribirse. Y cuando todo llegó, ahí estabas tú, mirándome con tus ojos café claro y tus labios perfectos. Yo vestía todo de negro anticipando el duelo. “Ya no sé que pensar cuando reflexionó que todo esto son palabras al viento” te dije.

Tuvimos todo, tuvimos el mejor futuro y no supimos alcanzarlo. Ahora tengo miedo de todo, tengo miedo de la gente y las relaciones. Tengo miedo de que todo tenga fecha final. Ya no hay más que azar, un apretón de manos, un adiós cordial y vámonos a pensar a otro lado que todo ha de estar bien. Pero ya no me da igual, sé que fue hermoso, fue sublime, fue todo lo que pude haber deseado para después contarlo. 

Pero que puta mierda saber que hubo un momento donde los dos existimos juntos y que no fue suficiente.  Sabes, seguido me pregunto ¿en qué estábamos pensando para dejarlo ir así de fácil?, ¿en qué momento fallamos y dejamos de intentar? 

De verdad ahora te extraño de una forma tan ajena y distante, extraño ese bello recuerdo que me regalaste, tus ojos café claro, tu cabello despeinado, tu tacto suave y la insolencia de tu andar, tenías la perfecta anarquía de una vida sin sentido, eras tan auténtica en cada uno de tus actos, eras de besos largos y miradas fuertes. Que bello poema era tu cuerpo, trazos finos en un mar de terciopelo.

Pasaron meses y no había querido escribir estas letras por qué valoro demasiado lo que tuvimos, por eso y por miedo. Dejando caer estas letras me voy despidiendo de ese bello mundo donde todo tenía sentido por un instante, nada era mejor, nada más existía por que no había necesidad. Que fácil será olvidarnos de aquel sueño, que terrible saber que fue nuestro. 

Y ahí sentados en la entrada de aquel bistro viéndote llorar al momento que mis palabras hacían lo suyo y te rompían el corazón, fue cuando supe que no había marcha atrás, sería de cobardes lastimarte de esa forma para después volver y arrastrarme por tu perdón. 

Ahora que intento recordar todo fue rápido, todo excepto el regreso a casa para decirte adiós, un beso breve y dulce acariciando mis labios. Una última postal de tus ojos, un instante para recordarte y olvidarnos de una vez. Desde entonces no te he visto. Ahora se trata de seguir cada uno por su lado, crecer de la mejor forma y sin ataduras. Aprender que no siempre se gana cuando todas las apuestas están en contra. Dejarlo todo por qué no fue suficiente. 

Sé que voy a comenzar a olvidar, será una larga jornada hasta borrarnos por completo. Lejos de ese futuro fallido esperando estar cerca del pasado aprendido. 

Que son los meses comparados con los años que estuvimos juntos. Recuerdo cuando te vi por vez primera en los pasillos de la facultad, te veías tan bien con cabello corto, tus brazos tatuados, tus uñas negras, tus piernas largas y tus labios rojos. Eras perfecta, eras el sueño lúcido de una visión. Recuerdo como nos conocimos entre cervezas y escándalo, recuerdo el primero beso que nos dimos cuando tu cintura delgada me tomo por sorpresa, tus labios carnosos, tu mirada fuerte y esa capacidad tuya para hacerme olvidar todo a nuestro alrededor. La primera salida fue al centro histórico, paseamos, caminamos y nunca olvidaré la forma en que nos besamos. Esa pasión no la volveré a sentir nunca, ese arrebato y entrega que teníamos los dos para con el otro. Me gustabas tanto, me hacías tan bien y me encantaba estar a tu lado. No supe cómo fue que los días se volvieron meses y los meses en años, no me di cuenta en que momento me deje caer y vivía la cotidianidad de vernos y amarnos. Porqué pese a todo lo ocurrido al final, sé muy bien que nos amamos, nos dimos lo mejor que pudimos, nos compartimos de la mejor forma que supimos hacerlo. Tomamos nuestros cuerpos para demostrarlo, me niego a olvidarlo, no quiero que se pierda en mi memoria el recuerdo de tu cuerpo. Un cuerpo bello, estético y de trazos finos. Unos ojos claros con un lunar en el iris, unos labios tersos, un vientre plano, una mujer perfecta.

Me acompañaste en un largo proceso, me apoyaste en tantos momentos y sobre todo me regalaste tantos recuerdos. Esta será la bitácora donde pondré cada uno de ellos, este será el registro de un viaje que hicimos juntos y que al final nos despedimos para cambiar de aeronave y continuar en direcciones diferentes. 

Esta noche nos recuerdo paseando juntos en el transporte público, tú y yo compartiendo el asiento de un viejo autobús y el destino incierto. Tantas noches que pasaron tan rápido y el mundo que no nos dejó acoplarnos. 

Tan rápido nos hicimos de una rutina, tan jovial y sincero era el acto de pasar por ti a tu casa en la calle de Florencia número 42. En todos esos años nunca se me ocurrió tocar el timbre, siempre preferí apoyarme de un mensaje que avisara mi llegada. Te veía bajar esos escalones con detenimiento, era en ese instante cuando me quemaban las ansias por besarte, eran esos segundos donde te podía ver ser natural ejecutando un acto cotidiano solo para mi. Podría verte como nadie lo hace, ese detalle de tener la primicia de un ángulo tuyo que nadie ha visto me enamoraba aún más de ti.

Abrías la puerta y subíamos a pasar la tarde juntos, donde fuera que estuviéramos así comenzaban nuestras tardes, me dabas la bienvenida y me adentraba en tu mundo para inventar el nuestro. 

Adiós 

Fotografía por Cleo Thomasson