Constantemente base mi existencia intuyendo lo que los mortales decían de mi. Según ellos, yo era algo parecido a una rosa llena de heces de perro; incómodo de contemplar, en realidad me llegue a creer que ese era yo.
Era incredulo, no esperaba que la lluvia y el viento erradicarian la suciedad de mi ser. Los gritos y la violencia, lograron derrumbarme. Contemple mi sangre fundirse con la tierra, los restos de mi cuerpo esparcidos por las calles.
Aún con mi conciencia intacta, preste atención a lo que los dioses me susurraban <<eres una hermosa criatura color verde con tonalidades oscuras>> con las fuerzas casi agotadas me aferré a sobrevivir.
Transcurrieron días, meses, años, reconstruyendome en el exilio de los confines del tiempo, convirtiendo mis trozos en arte. Siento pena por los humanos que siguen destrozándose y devorándose así mismos buscando ellos su propio exterminio.
Ya es el momento correcto, está listo mi cuerpo porque la luz me impulsó a mostrar mi centello interno como una preciosa aventurina.
Sabiendo que nunca nada intentará destruir mi pensamiento.
Una criatura inhabitual que prefiere las plantas sobre las personas, que aún le pide deseos a la luna, que entrega mucho y que le encanta pasar las tardes de domingo horneando bizcochos, ese soy yo.