Sentí cristales caer en mis manos, un ardor en las mejillas; me levante y corrí al espejo.
Borrosamente mire sangre brotar de mis ojos, eran pequeños trozos de aguamarina lo que destruía mis párpados.
Debido a este sentimiento desdichado por tu ausencia lo que convierte mis lagrimas en pequeñas piedras preciosas.
Al menos de esta manera, solo distinguiré una sombra borrosa de lo que representaste alguna vez en mi vida.
Intentaré venderlas para obtener una compensación por mis ocelos desgarrados. El pago que recibiré reconstruirá mis iris color canela oscura.
Nuevamente contemplaré la vida de mil colores y tu presencia ya no opacará mi perspectiva.
Pequeños sollozos del alma que gritan por una inevitable extinción de extremidades.
Fotografía por Richard P J Lambert
Una criatura inhabitual que prefiere las plantas sobre las personas, que aún le pide deseos a la luna, que entrega mucho y que le encanta pasar las tardes de domingo horneando bizcochos, ese soy yo.