Tendría que contar regresivamente al notar tus parpadeos, volverme un viajero en el tiempo para llevarte a 1968, quedar sepultados en esos tiempos.
No queda nada más que azulejos rebotando en el viento, huesos que se estrujan cuando el diablo anda suelto.
Los rábanos están arraigados a las raíces de tus pies descalzos, te ves tan bella con el aire causando un lío entre tu cabello y tu rostro moreno.
Ya no te veo excepto en aquel sueño en el que dormía sobre tu pecho, un dron nos espió por la ventana creyendo que éramos criaturas escondiendo un gran misterio.
Al despertar noté que ya no había olor a café recién hecho, tus suaves manos ya no rodeaban mi cuello.
Un colibrí asomo su pico a tus claveles frescos, fue consiente de que ya no habría más de aquello.
Todos los días recostado en mi cama me pierdo en un bucle eterno en el que te veo bailar “Love Street” diciéndome que me amas sin importar el espacio/tiempo.
Aunque ya recorrí medio universo creo que me has dejado abandonado con margaritas entretejidas en el pelo.
Aunque quisiera echar el tiempo atrás y crear todo de nuevo
desafortunadamente no puedo ser Charlie Kaufman para crearnos Un eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Fotografía por Fernando Sarano
He pensado en quemar mi cama pero no tendría dónde dormir.
Que cansancio ser. La vida y yo no nos llevamos bien.