La de seis, la de quince y la de dieciocho.
La felicidad, la depresión y la locura se juntaron una vez, a los viente años con la reflexión.
Hablaron de los años vividos, de las tierras caminadas, de los labios probados, de las letras encontradas. Hablaron de lo antiguo y lo actual. Pero ninguna supo responder cuando fue que se perdieron.
Felicidad, no recordaba cuando había dejado su lugar y depresión, era incapaz de poner en palabras el momento en el que llegó y destruyó las constelaciones que felicidad había creado.
Y la de veinte le preguntó a la de dieciocho: ¿Cuando te olvidaste de ti misma?, no obtuvo respuesta. Entonces la de veintiuno les respondió a ambas que la de quince había vuelto, pero sin depresión: que ahora era más valiente, más fuerte y menos insegura, que ahora escuchaba a Vampire Weekend y no a One Direction, que ahora le gustaban los libros históricos y no las novelas, que ahora amaba la fotografía y no la soledad.
Que ahora se sentía más completa, más feliz, más ella y que todas aquellas caídas, heridas y caminos desviados, habían ayudado a encontrar las llaves de la puerta de un futuro incierto pero prometedor.
Sin embargo, la de veintiuno sigue añorando su inocencia de seis, los amigos de quince, al amor de su vida de los 18 y la fé de ocho.
Te extraño, te mando un saludo al cielo.
Fotografía por Isa Gelb
Soy la canción que cantas dentro de tu cuarto cuando llueve.. Solitaria y melancólica.