Lo hago con el corazón

Cuando estudiaba en la universidad, leí las piezas “La cantante calva” y “Las sillas” de Eugène Ionesco para la clase de Bob. Después en la biblioteca encontré “El porvenir está en los huevos”. Nunca me había reído tanto leyendo algo. Tomé el libro del estante y me acomodé en un sillón más o menos cómodo, entre el silencio y los pasillos repletos de libros. Conforme pasaba las páginas, se volvió inevitable: no podía dejar de reír, tampoco podía parar de leerlo. El encargado de la biblioteca me pidió que guardara silencio pero ya nada podía hacerse. Los guardias me escoltaron a la salida. No volví a ser admitido en la biblioteca. Todavía conservo el libro.

Recientemente empecé a escribir una novela, o algo parecido. Ayer leí uno de los borradores en los que estaba trabajando, se me salían las lágrimas de la risa en varios de los capítulos, pero sobre todo en la parte en que uno de los personajes le receta un acto de psicomagia improvisado a su amigo pero termina disculpándose:

–Lo siento, es que soy nuevo en esto de la psicomagia, pero lo hago con el corazón.
–Desde luego, lo he notado.