Líneas póstumas

Hombre solitario, mujer desesperada, niño errante, ancianos que vacilan. Clichés, clichés, clichés, no escucho más que un cúmulo de palabrerías.
Intuyo en la soledad de un día cualquiera, por ejemplo, un miércoles a medio día a mitad de la sala, estancada, pensando en la mediocridad que me acecha desde hace un año o poco más de él, las cosas que debí haber hecho en vida.
Y digo en vida porque me siento más muerta que la piel que mudan las serpientes cada ciclo lunar, o muerta como las hijas de esta tierra que no hace más que germinar dolor, delirio y uno que otro cuadro de utopía.
No sé qué pasa conmigo. Ayer le decía a madre que mi vida sin ella sería igual a la que llevo ahora, llena de vicios y costumbres, de personas que no tienden a anclar más de siete días, de ruidos, de roces y reproches.
Ella dice que no, que sólo son inventos míos, que llevo en la sangre el desafío de hacer frente a las calumnias, a los reproches y al auto sabotaje que me ha condenado a estar hecha un nido.
Pero yo no sé por qué. Y es que siento el corazón hecho una plasta, la cabeza un lodazal y en lugar de llevar sangre llevo mierda entre las venas.
¿Es necesario el dicho patadas de ahogado para poder llevar a cabo una estrategia o un “plan de vida” que no incluya a más de una deidad?
No lo creo. Me niego a pensar en la superioridad de un ente controlando todo lo que pasa sobre mí o por encima de mí. Pero ¿viene esto al caso?
Mi hermana ha dicho – consiguete un empleo, sal, busca, toma lo que caiga- pero, ¿no sería esto relegar a la mediocridad de la que estoy tratando de huir?
Preguntas, preguntas. No tengo la respuesta.
Esto se ha tornado una lista de excusas, un juego de palabras, un citado de desgracias ajenas, un corredor sin fin, una masacra a la dignidad. Pero he vuelto al inicio.
Sentada a mitad de sala leyendo una primera plana frente al computador y cuestionando quién realmente soy. Y sólo he conseguido esto.
Una lista de quejas, una lista de reproducción y el aviso en ventana emergente diciendo:

“Error al cargar imagen”.

Fotografía por Daniel Comeche