¿Cuál es el origen de la canción?
La canción Laurel es un diálogo interno entre un César y su bufón, como metáfora de la autocrítica constante. El antagonista de esta historia es César, cuyos laureles tienen una doble carga: en la literatura por ser una condecoración a los logros, y en la botánica por estar cargados de un precursor de cianuro en bajas concentraciones. Demasiadas críticas te pueden hacer daño, pero también halagos vacíos de personas que no te conocen realmente.

¿Cómo fue la sesión de grabación?
Fue durante el verano, en Estudios Niebla. Preparamos durante enero con la banda nueva –Simón Campusano, Pepe Mazurett de Niños del Cerro y Juan Desordenado de Columpios al Suelo– ésta y otras canciones para grabar en vivo, es decir tocando al mismo tiempo y no por pistas. Fue entretenido porque fue justo el día siguiente a mi cumpleaños y comimos pizza. La producción de la canción estuvo a cargo de Martin Perez-Roa, con la asistencia de Emanuel Irarrazabal y la masterización de Arturo Zegers.

¿Cuáles fueron las referencias, influencias o inspiraciones musicales?
Creo que se nota bastante los distintos bagajes culturales de cada unx. Juan Desordenado viene del punk y post punk, y de músicos con timbres ochenteros como Prince. Simón y Pepe escuchan muchísima música, destacando en común bandas como Animal Collective o Big Thief. Por mi parte me centro muchísimo en la crudeza y honestidad de las letras en bandas como Trash Kit, Savages o solistas como Jenny Hval o la misma PJ Harvey. Pero lo que pesó más para mí en esta canción fueron referencias al mundo grecolatino para la letra, desde el maquillaje, hasta los simbolismos jerárquicos, y cómo eso se podría extrapolar al paco interno que tiene unx, en pos de la aceptación externa. También me interesaban cierto timbres piñuflos de arpa, que me recordaban a juegos de PC medievales, como El castillo, Age of empires II o incluso la Encarta 2000, algo que diera esa sensación un poco retro-futurista desde lo amateur que puede ser unx tratando de sonar “moderno”.

¿Qué fue lo más disfrutable del proceso de escritura, producción y grabación?
La verdad es que son procesos tan largos, que es difícil puntualizar un momento. Creo que algunos temas de este disco que presentaré –El día libre de Polux– los escribí durante algunos viajes tocando. Pero este en particular, Laurel surgió porque quería mostrarle un tema de otra persona sobre el laurel a Juan Desordenado, y como no me acordé empecé a mulear ésta, pensando en cómo ciertos maquillajes para las mujeres en la antigüedad poseían arsénico y mercurio, a fin de conseguir respectivamente los labios rojos y la piel pálida. Sin duda de los procesos destaco el día que grabamos, un cumpleaños 31 algo especial, tipo “que el diablo te pille trabajando”, decía mi abuelita materna.

Espero que, si bien es una canción un poco triste, se queden más bien con una sensación de triunfo, de cómo la rabia a veces nos protege, nos ayuda a querernos y valorarnos, cuando nos damos cuenta de ciertas injusticias. Está como pa empezar el día.

¿Cuál fue el mayor obstáculo y cómo se superó?
Uno de los mayores desafíos en lo grupal fue cuajar todas nuestras influencias y encontrar nuestro sonido como cuarteto a la vez que nuevos miembros fueron entrando a la agrupación. Creo que encontramos algo que es más que simplemente la suma de las partes y eso nos pone orgullosxs. Otro obstáculo más en lo personal es que casi me rindo con hacer un videoclip para la canción, ya que sentía que no tenía la energía para nuevamente dirigir, montar y actuar. Logré bajar mi idea del coliseo lleno a simplemente cinco amigos con sábanas en el teatro griego de la plaza, y creo que está bien, porque es un recuerdo que me va a quedar para siempre, de lo apañadores que fueron, el frío que pasamos, etc. Creo que es más hermoso así. Salieron muchísimos amigxs a ayudar a terminarlo, a actuar de extras, a colaborar y pude trabajar con personas que anhelaba estéticamente hace muchos años, como lo son Luz Sierra en dirección de fotografía y Valentina Lola Morales en la dire de arte solo por nombrar algunxs.

Si hubieras podido invitar a cualquier otra persona a colaborar, ¿quién hubiera sido y por qué?
Tengo muchas ideas de colaboraciones, sobre todo entre ciertos realizadores audiovisuales y la música de otras personas. Personalmente en esta canción en particular, lo único que le faltó a mi alma si lo hubiera, sería la presencia de mis amigxs Nati (Mora Lucay) y Jota Ampuero (ex Técnicas Manuales) quienes no pudieron viajar desde Valparaíso a hacer el loco con nosotrxs a la plaza / teatro griego. Y musicalmente si bien me encanta lo que logramos con los vst de arpa en los puentes que dejaba la banda, no habría estado de más un theremin por ejemplo, como el que toca la chica de la banda peruana Cholo Visceral pero eso ya es soñar.

¿Cuál es el mayor reto para presentar esta canción en vivo y cómo se ha resuelto?
La verdad por suerte es una canción que nació desde el ensayo, así que es bastante similar. Eso sí, a Simón le toca cantar mis lineas en algunos pasajes, a modo de poder hacer la armonía vocal. Y claro lograr mantenernos en la emoción sin aflojar nunca los cinco minutos que dura la canción.