Es invierno…
salgo a tomar el sol como una lagartija.
Cada día se siente como si fuese el último.
De este lado de la acera, yo,
del otro lado, el mundo.
Es grande el abismo que nos separa,
podría asegurar que casi proporcional
a mis ganas de morir.
Lo mediría con mis pies
para conocer la distancia exacta.
Paso a paso,
caminando en una línea recta infinita.
De no ser porque estas piernas temblorosas
amenazan con echar el templo abajo.
Hacerme añicos,
como a una vieja estatua
localizada en el epicentro de un sismo.