La tshirt de Oasis

En la esquina con su pose relajada, enrollando un cigarro de esos que le fascinaban, volteó y me vio con sus ojos de marea, usaba una tshirt con la imagen de la banda Oasis. Esbozó una sonrisa mientras sujetaba su cigarro entre los labios y lo prendía de lado. No le presté mucha atención hasta que estuvimos de frente, su sonrisa pícara y la osadía que escondía entre sus giños nos llevó a pasar horas burlándonos de la vida. Burlándonos del destino, como si en esa época supiéramos qué era la vida. La misma vida que nos hizo nacer con mares de distancia. La complicidad fue instantanea. El amor tomó años, la vida y sus ironías nos hizo perdernos entre otros amores. Ya con la piel marcada con tantas cicatrices que nos puso el campo de batalla que algunos llaman amor, cuando ya no creía en finales felices apareció él con su sonrisa pícara, la vida cruzó nuestros caminos una vez más y comprendimos por qu{e el amor nunca fue suficiente, por qué nunca creamos galaxias con los amores del pasado. Nos bastó un día y dos noches para entender que los mejores universos los creábamos mientras hacíamos mapas de galaxias uniendo nuestros lunares. De allí éramos, desde ese día vivimos comiendo amor y bebiendo carcajadas, no necesitamos del sol porque el calor lo creamos con besos. Cada noche el contrato de veinticuatro horas caduca y decidimos firmarlo una y otra vez porque no está tan mal perderme en sus ojos de marea por la mañana mientras nos guardamos las banderas, saltamos fronteras y olvidamos el pasado. El pasado que nos hizo amarnos más bonito, el pasado que enredó nuestro presente. El futuro lo guardó en el bolsillo de su pantalón, el pantalón que cuelgo en mi closet al lado de la tshirt de Oasis.

Fotografía: Su misu