La presión de ser escritor

Leo tanto por todos lados, que luego llego a identificarme, y es cuando me pregunto:

¿Porqué esa persona, desconocida, que tal parece que me conoce tan bien, logró plasmar lo que siempre intenté decir y que jamás pude? Todos tenemos las mismas dudas y pensamientos, al parecer.

Por otra parte, como me consume el esfuerzo constante de plantear preguntas básicas sobre el significado de la vida, me siento cómoda y segura cuando leo algún texto no escrito por mí en donde tenga un poco de mi esencia y dudas. Cómo si alguien se hubiera metido a mi cabeza y lograr descifrar lo que he querido decir. Esa paz y seguridad como la que te brinda estar en casa, en donde todo es habitual. Me siento tonta buscando una especie de guía con una novela de alguien que jamás conocí, requiriendo sabiduría que me puedan aportar sobre la vida.

Y como dijera un escritor, como tal, me identifico y nadie más pudo haberlo dicho mejor, y me adjudico y tomo la libertad de decir que me lo ha dedicado sin conocerme carajo:

Nunca olvidaré las novelas que leí entre los veinte y treinta años, en las que buscaba con frenesí su centro, como si fuera una cuestión de vida o muerte. No solo porque buscaba el significado de la vida, sino también porque estaba forjando y puliendo mi visión del mundo, mi sensibilidad ética, utilizando la perspicacia que encontré en novelas de maestros como Tolstói, Stendhal, Proust, Mann, Dostoievski y Woolf.

Fotografía por Patrick Liebach