Puede estar aquí
o puede no estar.
Lo peor es no saber cuándo está.
Llegar y tocar
con la pluma,
tocar,
tocar
y no saber si está.
¿Estará dormida? ¿Habrá que despertarla? ¿Como?
¿Cuánto necesito para encontrarla?
¿Cuándo llegará? O peor aún, ¿nunca llegará?
La palabra
sueño con la palabra;
la veo hermosa
envuelta en tul
arriba de una nube.
Viene con alguien más.
Tal vez no viene, no quiere venir.
(Y la que escribe es una voz vieja, ya usada con éxito).
Yo no la alcanzo.
Imperecederamente
no la alcanzo.
Me está mirando.
No quiero que me deje de mirar
porque no siempre lo hace.
La palabra no es una
y su compañía tampoco.
¿Cómo voy a escribir aquí
lo que busco escribir?
Creo tener un juego
pero no lo comprendo.
¿Sería usted tan amable en decirme
donde está la palabra?
¿Cuándo la podré encontrar?
¿Y si no la encuentro nunca?
¿Será que no era a quien buscaba en realidad?
¿O será que estoy ciega
y la palabra se me ha metido por los ojos?
Es eso lo que no me deja dormir tranquila…
¿no son los pies fríos?
Ha escalado hasta mi cabeza
y no me deja tranquila,
prefiero que no me deje
tranquila
o lo que sea,
pero que no me deje.
Finalizó sus estudios de Comunicación y Periodismo en la UNAM, en el campus de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.
Tiene dominio en el manejo de cámara digital
réflex. Ha tomado clases en la universidad sobre
fotografía artística y publicitaria y está en constante aprendizaje en talleres de fotografía y escritura.