No sabía cómo empezar esto. Supongo que la mejor manera es hacerlo de la forma más honesta.
Ya no eran buenos días, todo se empezó a caer, como caen las hojas en otoño, o aún más, como caen los ángeles cuando se enciende el cielo, cuando llueve y no hay forma de esconderse de las gotas frías que caen de cientos de metros arriba, buscando un cuerpo o un árbol, o un montón de tierra o cualquier objeto que amortigüe su caída directa contra la siniestra suerte del asfalto helado de la ciudad. No hay nada que celebrar.
Todo se encontraba así, devastado, o por lo menos así lo sentí. No había nada que celebrar, la lluvia en antiguas culturas relata el comienzo de la vida, en mí caso, la única imagen que evoca es la desolación y la soledad. Ya no hay nada que celebrar.
Estábamos los dos arropados por la simpleza de la noche que lo cubre todo, a treinta minutos de distancia, misma ciudad, mismo cielo, otro mundo. Ya no había sillones de estar, o cenas compartidas, ni fotos ni stickers. Había silencio, y ese silencio era como la noche y lo cubría todo, y todo era oscuro, y todo lo que se metía en nuestras cabezas se mezclaba con tus pastillas y con mi botella de vino y mis cigarrillos, y el silencio se reía y lo abarcaba todo. Sólo esperaba un mensaje, era todo lo que había estado esperando, ¿Cómo llegamos a esto? Seguramente era culpa mía, o no lo sé, ya no sé nada, últimamente la lluvia lo cubre todo y la noche y el silencio que todo lo abarca me cubre a mí también y no puedo pensar con claridad.
Luego un do mayor y luego la reminiscencia de todo lo que había perdido. Somos sólo un cúmulo de todo lo que ya hemos vivido, y si el pasado te ha jodido, o si tú has jodido a el pasado, las noches se vuelven más largas. Sólo esperaba un mensaje, y mi mente sentía frío y tenía miedo de la oscuridad, sobre sabanas blancas, como si hubiera un sitio donde esconderse.
1:56 y llegó el mensaje, ya no había nada que celebrar, pero la noche ya me había vestido de silencio, y la lluvia ya me lo había dicho al oído, y todos dormían, y yo y tú estábamos listos para asistir a su final, al final de la noche más larga del año, y ya no había nada que celebrar mientras el silencio lo abarcaba todo y el silencio eras tú.
Fotografía por Trang Doan
Me dedico principalmente a tratar de no dedicarme a nada, a pensar en cosas que tengo dejar, hacer, pensar y luego a cambiar todo eso por poco más de lo mismo, luego intentarlo otra vez, y tratar de no repetirme, hacer lo que quiero hacer, pero olvidándolo poco, mucho, bastante y lo suficiente para poder dormir por las noches. Básicamente, lo mismo que hacen la gran mayoría de las personas; aprender, saber, demostrar y darse cuenta que no saben nada, ese es el mérito, ahí está el verdadero mérito y la razón del ser humano. Cometer el delito y luego entregarse.