La chica de los quince minutos

Primero fueron diez minutos. Ella tenía que regresar a su casa a las dos de la tarde. Su casa quedaba a 16 km, debía tomar dos transportes públicos, uno que la llevará a la central de autobuses para que de ahí abordará un camión directo a municipio, aquel municipio donde el pan picón cuesta dos pesos y sabe delicioso. Era la 1:30pm, tenía que salir de la preparatoria he ir a mi casa y después tomar los camiones para su casa en menos de media hora. Me llamó a mi celular, conteste y me dijo que había salido de la prepa, que ya iba en camino a mi casa. La preparatoria no estaba lejos de mi casa, tenía que caminar una calle larga con nombre de filósofo hasta topar con varios andadores, después girar a la izquierda, caminar otros dos andadores, dar vuelta a la derecha y por último tocar fuerte a la puerta de mi casa, pues mi cuarto es el del fondo, el último, donde no se escucha nada.

Ya la había visto anteriormente, en muchas ocasiones en mi casa o en el parque, hasta llegue a ir a donde vive, para fumar marihuana a orillas de las vías de tren. La conocí al venderle un par de papeles, un par de ácidos, un par de LSD, a partir de ahí, le hable por el chat del Facebook y nos conocimos más. Ella es delgada, un poco más alta que yo, usa lentes, se pinta el cabello de colores, tiene bonitos ojos, delgados labios y le gustaba fumar mota. La primera vez que la invite a mi casa a fumar un porro, accedió, cuando llego fumamos mucho, platicamos, sin pensarlo nos besamos y al final, en mi cuarto y cama copulamos, cogimos. A partir de esa vez, cuando llegaba a mi casa, hacíamos lo mismo, platicar, fumar y coger. Cada vez era más frecuente su visita, en algunas ocasiones la charla era poca y cogíamos mucho mientras fumábamos porro tras porro. Después de cada sesión con ella, la acompañaba hasta el camión y me despedía con un beso en la mejilla. En las últimas veces era más corto el tiempo que nos veíamos, hasta llegar a vernos sólo quince minutos.

Le abrí la puerta de mi casa cuando escuche que tocaban, ya estaba en alerta porque me había llamado minutos antes. Entró, la saludé, caminamos a mi cuarto, en cuanto nos sentamos en la cama, ella me dijo que se tenía que ir, que tenía que estar en su casa a las dos de la tarde y si no, su padre se molestaría con ella y la castigaría. No sabía qué hacer, si fumar poco marihuana o coger rápido, fue ahí cuando la mire y le dije -¿Cuánto tiempo tenemos entonces?-Tenemos quince minutos- me respondió insinuando con la mira que quería algo rápido, coger en breve, sin pensarlo. Rápido entendí, cerré la puerta con seguro, ella se quitó los lentes lentamente, la tome de la cintura, le quite apresuradamente la blusa de colores, le desabroche el brasier, ella me quito la camisa, nos besamos intensamente un poco, después le baje el pantalón apretado de mezclilla, se la iba a quitar, cuando me dijo – No me lo quites, será más difícil después volvérmelo a poner- comprendiendo el poco tiempo que teníamos accedí y me quite rápido mi pantalón, el mío era más fácil, nos besamos una vez más, le toque sus pequeñas chichis, le apreté sus pequeñas nalgas y le baje su trusa, su calzón, yo me baje mi bóxer, mi pene ya estaba erecto, de inmediato le toque su vagina para que el lubricante natural saliera he hiciera que la acción fuera más cómodo, para que resbalará, después de eso la penetre y lo hicimos sin parar, en la posición de “perrito” hasta que terminamos, con la misión de terminar en menos de diez minutos. El acto duro menos de 15 minutos. Agitados, sudando y cansados de hacerlo rápido, nos vestimos apresurado, nos peinamos y salimos de mi casa, al caminar para acompañarla al camión aun estábamos agitados, en eso ella me dice – Estuvo chido eso- yo contesto que sí y ya no hablamos de eso hasta llegar al camión, me despedí, la bese en su mejilla y le dije que después nos vemos, asintió con la cabeza y subió al camión. Después ella me mandó un mensaje por el Facebook, había llegado a su casa a las 2:10 pm, no la regañaron y su visita, para los dos, fue un éxito.

En las demás visitas era así, llegar y decirme aquella chica que se tenía que ir, que solo teníamos quince minutos para hacerlo, para mí no era molesto, al contrarío me divertía, no había una charla antes ni después del sexo. Nos comenzó a gustar, para las últimas veces ya no especificaba el por qué tenía que irse temprano, de igual forma a mí no me importaba. El sexo rápido era excitante, caliente, intenso y muy satisfactorio. Al final llegue a pensar que sólo me utilizaba, que era su juguete o algo así, pero en fin y al cabo no importaba, solo sé que en quince minutos podemos divertirnos demasiado.

Fotografía: Diana Reinoso