A veces se me olvida lo mucho que quise alguna vez y lo que era estar enamorada. A veces se me olvida esa sensación; amar y enamorarse no tienen que ser opuestos y el enamoramiento no tiene porque ser la raíz negativa en esta ecuación cuadrada. Alguien me dijo una vez que enamorarse era una etapa y que el verdadero sentimiento era el amor, pero difiero. Estar enamorada era la etapa en la que me sentía viva, los colores eran más nítidos, podía sentir el aire como una sensación y no como una descripción de lo que sucede, el ruido de los pájaros, la sombra que proyecta un árbol de durazno pequeño, las estaciones, un día soleado mezclado con aire a mediados de mayo.
Me gusta salir a leer, el tiempo que estoy afuera es tremendamente efímero, media hora no es suficiente para procesar lo diferente que es mi vida con el libro que estoy leyendo. En el libro, la chica se enamora, ve al chico de sus sueños al entrar a una librería, se quedan mirando el uno al otro y comienza la historia. En la historia hay sufrimiento, ella se va a estudiar al extranjero y él se queda esperándola, la historia se centra en Tokio y en los 90s. Puedo sentir el sufrimiento de ella al dejarlo, puedo sentirlo a él con la incertidumbre de si el amor de su vida volverá.
Y yo sólo estoy aquí, sentada en mi jardín, leyendo, a veces en los columpios, a veces en medio del árbol de aguacate y la resbaladilla. Sé que en 15 minutos tendré que regresar a las labores cotidianas, pero está bien.
Me alegra haber salido, porque dentro de todo lo que tuve que hacer en el día, me di a mi misma media hora para enamorarme otra vez, para sentir las sensaciones y ver las nubes, el color de la buganvilia y sentir el aire de mediados de mayo.
Ama la música y la ciencia más que todo. No se enamora fácil, le cuesta, le han roto el corazón algunas veces. Escribe para mitigar sus sentimientos mundanos, ahora trata de ser inmune a ellos ¿lo conseguirá? lo dudo, pero sería bueno averiguarlo.