Soy las veces que no me he rendido, las lágrimas que muero por derramar que son todo menos escasas; las constantes averías sin haber aprendido de las previas, la toma de joder un arte a dominar a través de fallar.

Soy culpable de esconder todo este dolor, vivir en una rutina permanente de arrepentimiento y culpa. Porque si llego a abrirme, soy burla o egoísta; si pido ayuda no es por atención pero para recuperar el tiempo que está goteando.

Ni por un segundo he deseado darme por vencido, estoy consciente de que a veces me quedo corto y no entrego. No es mi intención apuntar el dedo y culpar a otros de mis fracasos, solo quiero terminar de una vez y todo este duelo, que puede resultar en mi salvación.

Una guerra constante y agotadora entre la vida y la muerte, al menos al elegir la primera me fortalezco con cada aliento. Pero permíteme decir que es nada deprimente como mirar mi vida pasar pasivamente angustiante.

Me llamas egoísta, ¿pero qué he hecho para priorizar mis necesidades? Sé que hay otros allá afuera sufriendo de penas más grandes. Culpable si el veneno de mis venas quiere salir, solo quiero escapar del demonio y hallar paz.

Sí, he tropezado, pero hay mucho más que eso a mi historia, colecciono cicatrices pero no me detendrán hasta alcanzar la gloria. No busco compasión, no busco compañía, solo una respuesta a mi sinfonía sin sentido.

Así que, por favor, quien esté escuchando, no confundan esto con denigración. No voy a dar mi vida por la pena, solo necesito un intermedio.

Mañana me verás prosperando con ambición.

Vida, no serás mi fin, autosuficiencia es mi munición. ¿Eso es todo? Necesitarás mucho más para destruirme.