Todos los fines de semana suelo ir al Américas con mi roomie, se llama Adrián. A veces se me pierde a la mitad de la noche entre la luz roja del lugar y ya no lo veo hasta al día siguiente en el depa cuando sale a la cocina semidesnudo por un vaso con agua para él y para la chica que seguramente está en su cama.
Desde hace tiempo atrás él ha estado muy extraño, he notado que estas últimas veces se va directo al baño de chicas llegando al Américas. -Que sujeto tan extraño-, pienso mientras me digo a mí misma que en el Américas todo puede pasar.
Y sí, efectivamente todo puede pasar, a eso de las 5 am de un domingo, Adrián me dijo de camino a casa que creía que se estaba enamorando, yo me quedé pasmada, conozco a Adrián desde hace mucho tiempo y nunca lo había escuchado decir eso.
- «Wey ¿estás seguro de lo que me estás diciendo?»-. Le dije mientras le daba un trago a mi electrolit de coco, el conductor de Uber me veía por el retrovisor.
- «Sí, estoy enamorado, bueno eso creo, tolero a sus tres gatos y no me molesta que tenga un cactus que se llame “Larry”, creo que yo no haría eso si no estuviera enamorado, sabes cuánto me cagan los gatos y eso de que la gente le ponga nombres a objetos inanimados»-. Me dijo mientras me arrebataba mi electrolit.
- «Nel, estás enculado, tú no sabes querer a nadie, ya deja de decir mamadas y dame mi pinche electrolit»-. Le respondí con un tono de voz normal mientras le limpiaba la saliva a mi botella.
Después de eso se quedó callado el resto del viaje, miraba por la ventana del coche y tocaba el vidrio de una manera extraña, su comportamiento e incluso lo que me había dicho minutos antes se lo atribui a que se había metido mucha coca esa noche.
El Uber se detuvo justo afuera del edificio donde vivimos, le dimos las gracias y bajamos rápidamente, tengo el uber likeado a la tarjeta.
Nos metimos al edificio, cuando subimos al elevador venía subiendo también el vecino fitness que sale a correr los fines de semana a las 5 de la mañana, nos saludo con desagrado, quizás le dimos asco y está en todo su derecho, olíamos a alcohol, estábamos hechos mierda, tal vez yo todavía estaba drogada, inhalé algo de cocaína directo del abdomen de un vato mamado, que loco.
Cuando fue tiempo de bajarnos del elevador, lo hicimos. Llegando a la puerta nos pegamos un tiro porque no encontrábamos nuestras llaves, al final yo las tenía en mi bolso.
Entramos al depa y en vez de irnos a dormir, Adrían sacó unas Honney Dew del congelador, nos pusimos a pistear en la sala, puse unas rolas de Bauhaus y nos salimos al balcón a fumar, de repente Víctor me dijo:
-«Wey, respecto a lo de hace rato, no es mamada, creo que si estoy enamorado»-. Me dijo mientras prendía su cigarro.
-«Bueno, suponiendo que te creo que estás “enamorado”, platícame sobre ella, ¿Cómo se llama?»- Le repliqué mientras le mandaba un mensaje al dealer que vive en el piso 8, quería más coca.
-«Su nombre es Minerva, la conocí en el Américas»-
De inmediato pensé en mi dealer del Américas, se llama Minerva y vende perico a muy buen precio, vive en Lafayette, alguna vez mientras andaba en la eriza le propuse que yo iba hasta su casa, ojalá no sea la misma Minerva.
-«Chale wey ¿De pura casualidad no vende perico en los baños de mujeres ahí en el Américas?»- Le pregunté aunque una parte de mí sabía que si era la misma ruca.
– «¡Sí! ¿La conoces?»- Me preguntó mientras le brillaban los ojos.
-«Sí, me vende perico a veces»- Le respondí mientras prendía otro cigarro.
Hubo un silencio incómodo durante unos cinco minutos, después se escuchó el timbre, mi dealer había llegado.
Le pagué rápido para que se fuera, cerré la puerta y tomé mi celular para cambiar de canción, puse algo de Pink turns blue. Hice lo mío sobre la mesa de centro que está en la sala y volví a salir al balcón. Adrián estaba ahí mirando hacia la nada, no sé si estaba pensando en Minerva o si solo se estaba paleteando, agarro la fiesta muy cabrón así que cualquier cosa podía pasar.
De la nada comenzó a decirme que Minerva le gustaba, pero que era muy extraña, aún así me dijo que él iba a hacer su intento por estar con ella. Yo le dije que estaba bien, por dentro yo solo estaba concentrándose en no morir, creo que fue demasiada cocaína para mí, por lo menos en lo que resta del mes.
Después de unos minutos que se sintieron como horas logré reaccionar un poco y vi que Adrián ya estaba tirado en el sofá, chequé a ver si tenía pulso, seguía vivo.
Apague la televisión y dije en voz alta: «Estás enculado cabrón, más te vale que lo estés, Minerva no es para ti»-. Víctor no me pudo escuchar, estaba super dormido, cuando se despierte quizás no se acuerde de todo esto, más le vale no hacerlo, Minerva no es alguien en quien se pueda confiar.
Fotografía por TolikTolik TolikTolik
La vida es una constante de desgracias, siéntate a leer.