Quizá lo único que queda es aceptar que las cosas ya no son como eran, que la vida pasó y que el cambio es necesario, inevitable.
Habría que aceptar que a veces ese es el precio de las cosas más hermosas, porque a fin de cuentas, nada permanece inalterable.
Aceptar que hoy estás aquí y quizá mañana solo pueda ver tu espalda caminando hacia el horizonte mientras yo permanezco en ningún lugar.
Agradecer que estés aquí, y llegue un final o no, vivirte como si fuera mi último día en la tierra.

Fotografía por Michel Nguie