A veces me gusta imaginar que soy otra persona. Mientras enciendo el segundo cigarrillo y doy un trago lento a la cerveza que enfría mi mano izquierda, noto que el atardecer muere, el sol de pronto decide dejar de brillar y se oculta tras la misma montaña de siempre.

Hoy me llamo Michael, Michael Conroy, y soy un chico. ¿Eso debería bastar para gustarte? Soy un chico como los que me cuentas que te gustan, mientras yo internamente navego en celos infinitos color rojo mermelada.

Tu cara se llena de emoción y acomodas tu cabello torpemente, mientras me platicas cómo coquetean contigo, las invitaciones que te hacen, las cosas que te dicen. Yo sonrío y soporto, soporto el no poder conquistarte, el no poder ser yo alguno de esos chicos.

Miro atentamente el brillo de tus ojos y el volumen de tu voz baja poco a poco, de pronto son sólo murmullos en el viento. No había notado tu aroma, ahora la percibo; intento concentrarme en algo que no sean tus labios y el hoyuelo de tu mejilla derecha. Pero, al parecer fracaso y preguntas qué me pasa.

Pasa que no soy Michael, ni soy un chico.

Agacho mi mirada, sonrío y niego con la cabeza, volteo a verte y en mi mente te contesto: “en el fondo siempre lo sabes”.

Fotografia por Fragile Ruins