Hoy vi la luz roja de un semáforo contornear tu rostro…
recordé ver tu sonrisa dibujarse sobre tazas de café. Y la tarde entera que pasamos en el cine.
Entre pestañas; se me fueron los años. Entre luces, vi tus horas volverse mis instantes.
Ya lo sabia todo.
A veces creo saber lo que tú voz me calla. Y adivino lo que me falta por pensarte, porque se lo que me sobra de sentirte.
Me equilibre para vivir en paz, conspirando con la impaciencia. Ese vaivén que encontré entre la nada. Donde no te pierdo, pero no te gano.
Hoy firme los tratados pacifistas. Soy culpable de suspirar en tu nombre, fallando en mi intento de minimizar lo mucho que te quiero.
Así comprendí que no puedo dejar de hacerlo. Y que no tiene nada de malo.
Hasta que se demuestre lo contrario, soy conformista.
Ojalá que pudieras entenderme.
Que observarás el lugar en el estoy cuando te tengo cerca.
Aquí, intenté otra vez frasearte. Y descubrí que es imposible describirte. Porque te sigues escondiendo entre mis letras. Y te muestras en los pliegues de tu piel que causan tus sonrisas, y en tus collares de viajera.
Entre latidos; Entendí que te amo de diversas maneras. (Todas Inherentes).
En ocasiones, mi corazón ha pagado el gasto, y algunas otras tengo la vida ganada. Al observarte, y sentirte auténtica.
Por eso mi afán de acompañarte. De buscarnos una cotidianidad más amena.
Tal vez alguno de estos días pueda ver las luces contornear tu rostro.
Por qué una imagen tuya, dice más que mil de mis palabras.

Fotografía por Cleo Thomasson