Entre verano y otoño tengo el corazón tibio,
no hace casi frío.

En invierno y primavera el corazón me tiembla,
tu holograma es tan real que
me hace pensar que me amas
más que
el mar.

Pero eres sólo eso:
un recuerdo fantasioso,
borroso.

Aferrarse a lo intangible es
como creer en dios,
y yo,
por eso mismo,
prefiero
decirte

adiós.