Recuerdo esa tarde. Hablábamos del asesinato de Martin Luther King en 1968, mientras yo escudriñaba mi ensalada para hacer a un lado los rábanos que tanto detestaba, cuando sonó tu teléfono.
Tu voz se entrecortó enseguida. Era un tal Charlie Kaufman, te pidió que salieras cuanto antes, dijo que era un asunto urgente. Nervioso y con el semblante preocupado, tomaste tu mochila, me diste un beso en la frente y sin más explicaciones saliste diciendo que no tardarías.
Cuando noté que un dron nos espió por la ventana, supe que demorarías más de lo previsto, que ellos querrían borrar la pista de todo lo que sabías.
Hoy más que nunca, odio el amargo sabor que los rábanos dejan en mi paladar.
Mexicana. Publicista.
Escritora de clóset.
Dog & cat mom.