¿Cómo se transformó la canción desde que empezó a escribirse?
Casi todas las canciones que escribo empiezan en el salón de casa con guitarra en mano y la mente bien abierta para tararear una melodía. Si me lleva a un sitio que me hace soñar lo grabo con el teléfono, le doy un respiro y escucho la nota de voz al cabo de un rato o unos días. Este es uno de los puntos importantes para mí, y es que si me flipa empiezo a maquetar con agilidad todos los sonidos que me imagino y bueno, si me gusta lo que escucho, empiezo a poner palabras. El texto es el eje central en mis canciones y cuando llego a la idea de la canción me resulta muy fácil empezar a definir los sonidos que acompañan al texto para hacerlo crecer.
¿Quiénes colaboraron en el proceso?
Invierto mucho tiempo en escribir para llegar a una idea que me guste. Cuando tengo una letra que me convence se lo paso a Júlia Quintana, poeta como pocas, para que me haga de editora y me ayude a acabar de definir cosas que no me convencen mucho y que pueden ganar mucha más fuerza. En cuanto a la producción me encargo yo solo en mi home studio con la participación de mis músicos y hermanos Hoss Benítez a la batería, Pedro Campos al bajo, Lucho Torres a los synth, Amaia Miranda a la guitarra y Josep Simbor a la guitarra cósmica. Es bien curioso ver cómo se abren nuevas puertas con los músicos que entran a grabar, y cómo de repente las canciones adquieren una dimensión que no te imaginabas. No acaba aquí la cosa, porque luego cuando mezclas es una catarsis emocional porque es donde por fin vas a acabar de definir la canción, y esto es gracias a Jose Cattaneo que me entiende y da mucho de su arte en todo esto. Así que, bueno, al final es un proceso colectivo delicioso.
¿Cuál es el origen de la canción?
Recuerdo estar tranquilo en casa mirando la pared mientras fumaba y no sé cómo ni porqué empecé a tararear la melodía del riff que abre la canción. En ese momento estaba escuchando sin parar a Beach House y bueno, no se parece mucho, pero algo de ellos hay ahí.
¿Cómo fue la sesión de grabación?
Cada vez que sumo un instrumento es algo mágico porque de repente la canción se abre un poco más. Empiezo por la batería, luego el bajo y teclados y guitarras los dejo para el final porque acostumbran a ser coloristas y llenan un espacio complicado, hay que encontrar un buen equilibrio justo ahí, porque no puede pisar la voz y a la vez tiene que dar movimiento. La sesión de grabación de guitarras con Amaia fue super emocionante porque de repente hicimos que la canción tuviera este punto onírico y rabioso que tenía en la cabeza y que no sabía cómo definir. Fue algo precioso llegar a esa idea.
¿Hubieron algunas otras opciones para el título?
En el proyecto de Pro Tools donde empecé a maquetar se llamaba shiny shiny, no sé por qué me recordaba a la Velvet. Seguramente ya intuía, sin saberlo de una forma consciente, que tenía que ser una canción luminosa. Luego pasó a llamarse vuelve a brillar, clásico, poner el título del texto del estribillo. Pero no. Cuando me di cuenta que el Chico Jorge i (el EP) es una historia pensé que tenía que dotar a cada título como parte de un verso del poema que forman las cuatro canciones, así que acabó siendo una grieta en sol Mayor.
¿Cuál es la historia detrás de la letra?
Esta es la cuarta canción de mi EP, el último verso de una historia de caída y auge. Esta canción es una canción de renacer y volver a emprender el vuelo siendo consciente de la mierda que has tragado y el pozo donde has estado.
¿Hubieron influencias o referencias?
Escuché mucha música, cosa que ahora veo como un error. Me encanta escuchar música, obvio, pero para crear me parece que es una trampa terrible porque no dejas de compararte con la gente que admiras como Deerhunter o Elliott Smith, y eso a mí me bloquea.
Mientras no hago música estoy todo el día escuchando, descubriendo y tomando notas, pero cuando empiezo a crear me encierro conmigo mismo y trabajo sin contaminarme mucho con los referentes. Ya es claro de dónde vienen las melodías y sonidos, así que me gusta pensar que hay que darle forma propia.
¿Cuál fue el mayor obstáculo durante el proceso y cómo se superó?
El mayor obstáculo es lo doloroso que se me ha hecho escribir sobre los fantasmas que me acompañan desde hace tiempo.
¿Cuál fue el mayor aprendizaje?
Lo bonito es que ha sido una forma de poner el pie en el cuello a los demonios y dar un paso hacia adelante.
Si hubieras podido invitar a cualquier otra persona a colaborar en esta canción en alguna parte del proceso, ¿quién hubiera sido y por qué?
No me hubiera importado tener a Jeff Tweedy echándome un cable, es un tipo que sabe cantarle a la tristeza con canciones que son un rayo de luz.
¿Cuál es el mayor reto para presentar esta canción en vivo y cómo se ha resuelto?
Es muy barroca con el tratamiento de reverbs y a no ser que lleves secuencia es algo imposible de traducir en directo, así que le hemos dado un vuelco y la tocamos más garaje, cosa que le sienta muy bien porque la canción adquiere un mood de rabia que le sienta como anillo al dedo.
En una playlist, ¿qué canción de otra banda pondrías después de ésta?
Mourning Sound de Grizzly Bear, héroes de la canción y el sonido.
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