Por hoy, ganaste,
estoy rendida,
y herida
de muerte.

Por hoy, perdí.
Y lloro mi derrota,
hecha pedazos.

Lo volviste a hacer,
me encontraste distraída
fue lo tuyo una emboscada
y perdí.

Por hoy, te di
mis horas de sueño
y te lloré hasta el amanecer.
Lloré de la impotencia,
de no poder entender

¿Quién puede herir a alguien
que agoniza?

¿Cabe en ti tanta maldad?

¿Quién puede enviar al paredón 
a alguien
que se interpuso
mil veces
a los intentos de tus enemigos
de tirar
a quemarropa?

¿Eres tú a quien serví de fortaleza?

Por hoy, no importa.
Por hoy, estoy muerta,
me ahogué
entre gotas saladas,
con los labios partidos
y la cara tiznada. 

Escribo aquí
con el último soplo
y mis manos sin fuerza:

“No mereciste
ni el 
primer
minuto
que 
te
amé”.

Por hoy, ganaste.
Esta noche, me acribillaste
con palabras hirientes
con la burla de quien
remata 
a su presa
sin vida.

Pero mañana,
tal vez,
pueda levantarme,
y hasta podría
escribirte
otro poema. 

Fotografía: Luciana Giachino