—¿Cuándo te veré?

La pregunta cruza mi mente mientras veo su fotografía que me responde estática con su sonrisa inmóvil:

—¡Pero si ahora mismo me estás viendo!

—No me refiero a verte a ti, sino a la persona a la que perteneces.

—¿Cómo?— pregunta la fotografía.

—Tú no eres real. Yo quiero a la tú real, de carne y hueso.

Silencio, seguido de llanto. Parece increíble, pero aquello me hace sentir culpable. Incluso siendo una reproducción en una fotografía, creo que he sido injusto con ella.

—Oye, no era mi intención hacerte sentir mal.

Luego la voz que surge de la fotografía deja de llorar y, casi al instante, comienza a reír.

—¿En verdad crees que ella te va a querer? ¡Ni de chiste! Y lo que es más, yo también me largo.

Y apenas pestañeo, la chica en la fotografía ya ha desaparecido.