Enséñame a ser hielo,
enséñame a ser nieve.

Enséñame a cubrir mis heridas de blanco.

Enséñale a mi corazón su propio calor.

Enséñame a estar solo.

Enséñame a apaciguar mis demonios,
a calmarlos con agua fría.

Enséñame paciencia.

Enséñame las virtudes del blanco.

Enséñame el crujir del hielo y de los huesos,
el sonido del vació y el intenso olor del frío.

Enséñame el fulgor de la fragilidad,
pues yo siempre fui verano.