A veces quisiera que mi existencia fuera consumida por mi cama, irse sin más demora, que mis sábanas me succionaran y sólo quedara el rastro de lo que fui, sin ser, sin joder, sin que duela.
A veces siento que la vida pesa, pero en realidad es la densidad de mis pensamientos. A veces quisiera jalar de una vez por todas el gatillo de ese último pensamiento, detonar el Hiroshima debajo de mi pecho. Despertar al dragón y que con su fuego me borre hasta las cenizas, con el único propósito de resurgir cual fénix.
Fotografía por Alberto Polo Iañez
Amante del café y de las buenas historias, turista de museos y galerías de arte. Fotógrafa en proceso y escritora de vez en cuando entre inspiración y ocurrencias.