Son las 12:42 de la madrugada, acostada observando el cielo a través de la ventana, me imaginó lo grandioso que sería poder volar a otros mundos, descubrir todo aquello que hasta ahora se mantiene desconocido ante nuestra capacidad de conocer…

Me quedó pensando, sigo imaginando lo chingon que hubiera sido seguir ese sueño que de niño tenía de ser astronauta y con ese pensamiento vienen recuerdos, regresan fantasmas buscando alguna tregua o algúna especie de revancha sin ceder ante mis intentos de olvidar y seguir.

Vienen a mi en forma de recuerdos, de sonidos, de gente con quién compartir aquella vez la sensación de ser invencible, aquellas personas que me vieron caer y levantarme como acto de amor propio.

Fantasmas vienen y se van como naturalmente es, cuelga en mi un pequeño apego de saberme feliz en aquellos recuerdos.

Esos fantasmas que provocan el más terrible de los insomnios, el más aterrador de los sueños por saber inconclusa una historia.

Son la sombra de mil fantasmas.