Sensación de mar;
cercano e invisible.
Te pisa el alma
y juegas a ser invencible.

Señales tras el cristal mojado
te leen mediante el tacto.

A cada instante
tus sordas y dulces ganas
se hacen lejanas
hasta los últimos límites del alma.

Toda infinita.

A fuerza de excederse.
A fuerza de exaltarse.

Tu razón sin cárcel
amedrenta la muerte.

Trasnochadora y ojerosa,
cargas lágrimas
secretas y ostentosas.

Vuelve una y otra vez del mundo.

Complica colores de cristales sin rumbo.
Abiertos y sin nadie.

Ciegas las ciudades.

Pies descalzos de memoria
pronunciando mi nombre,
pronunciándote: “euforia”.