Me borré el disco de Sabina
porque era demasiado peso
en mi pequeña maleta,
donde no te llevo a ti.
Tuve que anotar,
en este poema,
el recuerdo de ti,
cantando contigo,
con tu voz hermosa,
con tus manos frías,
un diciembre bien helado,
caminando por tu barrio,
enamorándome de ti.
Tuve que anotar,
para no olvidar
tu sonrisa tomando café.
Tuve que inventar
que me amabas,
para no sufrir
los meses de encierro.
Tuve que suponer
que no sucedió,
para no cantar con Sanz
que yo quería
que murieras por mí.
Y tuve que borrar
de mis mensajes
la primera frase
que me rompió el amor:
“No voy a morir por ti”.
Tuve que poner
esa canción de Sabina,
para recordarte,
para poder escribir
que no me hacías falta,
que no eres el amor
de mi vida.
Pero qué quería,
Si no era más que sí,
que murieras por mí.
Pero qué quería
si no era más que a ti,
que vivieras para mí.
Tuve que anotar,
en este poema,
un recuerdo de ti
cantando conmigo,
con tu voz fingida,
con tus manos largas,
un diciembre lejano,
caminando por mi barrio,
olvidándome de ti.
Fotografía por Sander Larsson Framnes
Ciudad de México, 1994. Ha sido reportera de temas políticos, sociales y anticorrupción en El Universal y en La Silla Rota. Estudia lingüística en la UNAM. Escribe, escribe y escribe.