No somos de aquí, nacimos de la furia de Kali.

Los desvíos son una trampa. Al final, el azar, la dicha o la desgracia, terminan revolviendo nuestro magnetismo… Tantas veces andamos a tientas que desarrollamos otros sentidos. Podemos recorrer el camino así desaparezcan las señales, sin ver, sin saber muy bien cómo.

Siempre nos gustó transitar la demencia, perder y ganar la consciencia. Intermitentes, pasivo agresivos, queridos enemigos, pero también buenos amigos, nos clavamos varios tiros… Claro que nos quedaron cicatrices, así nos esforcemos por ocultarlas, no hay de tinta, por supuesto, todas están en la médula ósea.

Aunque intentemos inducirnos amnesia y vomitemos hasta el primer verso, nada tiene caso; ya nos hemos mostrado los dientes en varias vidas, jugamos a la ruleta rusa, y nos quitamos los aguijones entre el fuego, ese mismo que todo lo arrasa en nuestros múltiples encuentros y desencuentros, ese mismo que nos constituye.

Los secretos de la alquimia nos son revelados por separado, pero cuando coincidimos después de un tiempo, terminamos pendiendo del vértigo de los mil ciento treinta y siete rostros que nos conocemos.

Así borremos las huellas, nos encuentra el enigma,

la muerte.

Fotografía por Jocelyn Catterson