A veces pienso que me merezco todo lo malo que me pasa.
Es la primera vez que sentí todo y es la primera vez que lo puedo identificar. Es bonito y tiene cierta magia cuando sientes que te vas enamorando, Cuando hablan hasta tarde de lo bonito que es esto y de cómo lo ven a futuro. Es bonito esos cosquilleos en las manos, ese nerviosismo que sientes. Lo especial que se convierte la situación al creer que ya después de él, no hay más, con esta es, con esta persona te quedas. Lo bonito que se ve esa boda imaginaria en la que ambos lloran y se besan mientras se dan el sí muy enamorados. Lo siguiente que hace que la magia te eleve hasta la nubes es el primer beso, las primeras veces agarrándose las manos, la distancia entre los cuerpos que se va acortando. Y se vuelve todo tan real, sientes que ya no puedes más porque él es.
Pasa el tiempo y te sigues sintiendo igual, sigues totalmente prendida del sentimiento de la emoción, del desenfreno, encuentras en él mil atributos, infinitas cualidades. Cada vez pasan más tiempo, se van enamorando y enredando más porque conocen la historia de cada uno y eso hace que la persona brille más, su historia lo engrandece un poco más hacia tus ojos.
Sigue pasando el tiempo, pero esta vez tu te sientes lista a pesar de que has dejado pasar algunas cosas que viste entre tu y él, las dejas pasar y lo comunicas. Este mensaje llega al receptor y te das con la sorpresa de que él no está listo. Todavía no y así pasa algún tiempo más.
Hasta que te das cuenta un día que todas esas sensaciones ya se están despidiendo de tu cabeza. Te das un fuerte golpe de realidad y te vas desilusionando y del primer párrafo ya no queda nada. Solo queda por ahí un poco de cariño, que te hace sostenerte a la relación. Sin embargo sabes que esta incomodidad tiene que desaparecer de tu cuerpo. Te ha dolido sí y mucho y te costó llegar a entender, pero se irá pronto y lo único que haces es abrocharte el botón porque estás a punto de caer, pero al menos ya el piloto de la nave te aviso de esta caída, prevenida estoy.
Prevenida y lista estoy para el adiós.
Prevenida y triste porque en las noches a veces lloras, te acuerdas de la emoción y lloras. Se te vienen esos recuerdos esos chistes, esas anécdotas y sobre todo esos planes, llegan por las noches a atormentarte en medio de la oscuridad te agarran te sacuden un poco con la idea de qué hubiera pasado si él te hubiera hecho una sorpresa te agarraba la mano te daba besos y te hacía la pregunta, o te atormenta con la imaginación de que un día en medio de la playa en un picnic en medio de las risas te preguntaba si deseas estar con él y tu muy feliz pero más que nada llena de amor, le decías que sí y lo aceptabas. Pero te das cuenta inmediatamente de que no es así y te duele porque a pesar de que tu prometiste que le ibas a dar poca importancia, te duele y te duele mucho y solo en medio de la oscuridad puedes admitirlo, admitir que sigues pensando en eso que la tristeza no se ha ido aún solo se había escondido en algún lugar donde tu menos lo encuentras.
Ahora solo estás esperando el momento para decirlo, para sacarlo y decir adiós y seguir de frente y tratar de dejar todo eso ahí.