En un bar marcamos el inició de algo llamado “amistad”, parecía qué no coincidiamos, pero con el tiempo resultamos semejantes.
Fumar un cigarrillo, ver una película, salir a comer, llegar a una fiesta o embriagarnos en algún bar, cualquier cosa qué hiciéramos juntos resultaba satisfactorio.
No importaba el horario, ni las condiones, ni el estado etílico, nada impedía qué él, de manera tan solemne y atenta, fuera a dejarme hasta el zaguán de mi casa, aquel zaguán qué conserva la esencia de lo irrepetible, de lo inimaginable, de lo qué todos sospecharon, pero nunca confirmaron, eso que solo tú y yo sabemos.
Nuestros destinos tornaron en distinta dirección y ya no te he vuelto a ver, ni he vuelto a fumar, veo las mismas películas qué me recomendaste, mi apetito está intacto, ya no salgo a fiestas y rara vez me embriago.
De vez en cuando te mando un whats para molestar tú persona y qué no me olvides.
P.D.: Te extraño.
Fotografía: Isa Gelb
“No asumas nada, cuestiona todo”