Siempre escribo a mis personajes femeninos. Quizás me recuerdan una parte de mí, que veo en ellos. Pero, escribir sobre Jaime, es escribir sobre el hombre que fue en mi vida. Éste, llego con una promesa grande, una que había escuchado antes. Pero, era fresco y traía novedad, o eso pensaba.
Jaime está enfermo… y su enfermedad es tan grande que lo consume emocionalmente. Eventualmente, lo verás hablando con naturalidad de lo que le sucede. No obstante, recuerdo temas fuertes entre nosotros. Me conmovía mucho escuchar cómo se rompía su corazón cada que me confesaba las consecuencias de su vergonzosa enfermedad.
Claro que me enamoré. Jaime era la promesa de la incompletud que yo quería completar. Supe acompañarlo, y él se sentía bien. Respondía a mi amor con amor, naturalmente. Pero, como bien se sabe, de amor no se vive. Más bien, se huye. Entre más se sienta, deseamos sentir menos. Lo mismo sucede con la enfermedad, aunque nos acerca a nosotros, evitamos el contacto y el cuidado. Y preferimos la cura más rápida, incluso si esta es más dolorosa.
Y cuando asusta la enfermedad y el amor, la salida visible es el abandono. Es decir, Jaime se fue. No supe sus motivaciones, pero no era tan difícil deducirlas. Cuando se tiene todo de alguien, hacer un mapa no resulta complicado.
Me recuerda al relato de Kafka y la muñeca. ‘Cada cosa que amas es muy probable que la pierdas, pero al final, el amor volverá de una forma diferente.’
Jaime regreso, pero no era el mismo que conocí. Era otra versión de él que hubiera deseado no haber conocido. Sin embargo, luego pienso, y yo… no es que debiera amar todas sus facetas, sino que mi amor profundo quedó en un eterno pasado y me resultaba difícil no amarlo ahora. Claro que no igual, pero si siento un profundo cariño por lo que fue.
Y así como la enfermedad y el amor cambian a través del tiempo, se me dificultaba cada vez más querer poder reconocerlo. Jaime se volvió alguien irritable, intolerante, grosero. Supongo que yo también me volví odiosa ante sus ojos. No es algo que quiero saber ahora. Volver a tener a esa persona amada de vuelta en la vida, con respuestas de su huida, me sabe a: ‘bueno, ¿y luego?’.
Quizás el amor regreso para mí, o quizás volvió en forma de respuesta, o de medicina para sanar mi mal momento. Quizás era algo que tenía que pasar así sin ningún motivo. Lo único que pienso es en lo agradecida que estoy por haberme permitido sentir con él. La enfermedad, el amor y lo incompleto nos forman como personas, nos pulen. Y aunque ahora no pueda más que saber que está ahí ocupando un lugar, un tiempo y un espacio en quién sabe dónde, puedo decir con firmeza que en verdad lo amé, aunque eso ahora carezca de sentido.
Fotografía por die lehmanns.