El miedo siempre fue augurio del bueno

Le quito al miedo el castigo de la inmovilidad
y la condena de la eterna espera de la rabia.
Dejo que me tome,
se encarne, me queme y me aviente,
desde adentro hacia más adentro

Que se vuelva sueño eterno,
catarsis, grito, vacío,
después la locura y la causa
“¿Quién va a detenerte, la muerte, la edad o la idea?”
Ni el miedo.

Fotografía por Cleo Thomasson