Enamorarse debería venir acompañado de un libro de instrucciones, el empaque debería decir que, aunque no hay una edad mínima, resulta igualmente peligroso a cualquiera; que tal vez no tenga piezas pequeñas con las que se corra el riesgo de ahogamiento, pero que igual existirán nudos en la garganta que muy cerca estarán de provocar lo mismo; que, a pesar de que muchas veces juegan al mismo tiempo tres o más personas, el juego solamente es para dos; que recién salido del empaque nunca es tóxico, pero que esto no implica que vaya a permanecer así por siempre.

Y es que el amor es como un juego, uno donde no siempre gana el mejor. Y a pesar de que, como cuando éramos niños, solemos enojarnos y ya no querer jugar más después de perder, volvemos siempre a intentarlo una vez más; porque a veces también se gana.

Fotografía por Lúa Ocaña.