Muchos amigos me han contado que sueñan pero yo no les creo. Nadamos todos, eso sí. Nadamos en pisos mojados, en albercas, en cráteres. Nadar es “cógeme, cógeme”, el agua, “ay”, como cuando la sorprendí a ella orinando de pie. La orina cristalina era un chorro de vidrios. El vestido negro lo subía hasta el ombligo y su calzón a mitad de las rodillas, apenas se salvaba de salpicarse. Sé que soy su gorilita prehistórico desde entonces, así me bautizó. A partir de ese momento, la historia del hombre pasa por mis huevos. Lo sé porque que cada que se la meto siento la traslación y la rotación de la tierra sumergidas en la molienda universal. Quizá suena exagerado, pero no lo es tanto. Piensen que 1 es igual a 1, ¿ven? Las mismas cosas no son y son las mismas cosas. Volví a olerle la estrella de su ano, los incipientes pelos de su ahuecada axila: ”Te amo, te amo, el follaje está loco por ti.”
Licenciado en Literatura Latinoamericana (UIA) y pasante de Maestría en Etnomusicología (UNAM). Formó parte del consejo de la revista “El poeta y su trabajo” dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Fundó y dirigió la revista “Mula Blanca”.