Mira, aún estoy de pie, equilibrándome,
apunto de caer.
Mírame,
en la línea divisoria que hay
entre el ayer y el hoy,
entre mi sonrisa y mi confusión,
entre el hastío y la pasión,
entre mi poesía y mi ansiedad.
De pie
en la frontera que aun existe
entre el albor y el ocaso,
entre mi nostalgia y mi voz,
entre el odio y la fantasía,
entre mis brazos y desprecios.
Equilibrándome
en el filo de la navaja
entre el olvido y la memoria,
entre el guiño y mis anhelos,
entre la indolencia y la acción,
entre la luz y mis sombras.
A punto de caer
en el precipicio abierto
entre el orgullo y la vergüenza,
entre mis manos y el infinito,
entre el amor y el desamor,
entre mis caricias y estas letras.
Mírame, estuve de pie, equilibrándome.
Y ahora he caído, en mis pensamientos,
en lo más profundo, y en mis manos estaba.
Lo mejor de mí, para ti.
Adiós.
Vivo con el sentimiento a flor de piel, lo que me ayuda a revolucionar mi sentir en letras.