De nuevo tengo insomnio y mientras, escucho las canciones que sonaban en tu carro cada vez que hemos viajado juntos, ahí cuando estando sentada a tu lado, esquivaba tu mirada, mientras mis ojos se maravillan con los lugares que desconocía, esos que con nadie más me habría gustado descubrir. Mi mente está de regreso a esos dos días en los que tuve el placer de tenerte para mi sola.
Recuerdo perfecto tu seguridad al manejar, tu forma de guiarme al caminar, la grata sorpresa de observarte mientras me tomabas fotos sabiendo que prefiero estar detrás de la cámara. Lo más fabuloso es recorrer cada recuerdo hasta llegar a esa noche donde dormí contigo y es que ni en mis sueños más extraños lo habría imaginado, girar mi cabeza en la madrugada y ver la silueta del hombre que desde hace casi un año llegó a mi vida a desordenar todo, creando el caos que me está ayudando a saber quien soy.
Desperté muy temprano al día siguiente, algo sumamente extraño, me ubiqué y recordé que no estaba en mi casa, mucho menos en mi cama… pasaban los minutos y tus dos perros que durmieron a nuestros pies comenzaron a jugar conmigo, yo encantada de verlos felices gracias a mis caricias. Durante un momento detuve el juego, miré mi reloj y casi eran las 10:00 am, algo tarde para los planes que tenia en mente, pues mi tiempo a tu lado se agotaba, pero ahí el mundo dejó de girar por unos segundos, tu respiración emitía un sonido que para mis oídos se convertían en una melodía que armonizaba el instante, pero el día te avisó que ya era momento de abrir tus ojos verdes.
Fotografía por asketoner
Escritora de media noche y actriz en el teatro de tragicomedias llamado “vida”