Venia postergando escribir(te).
He intentado posponerme el decirme frente a la pantalla todo un vomito de verdades que me daba miedo admitir.
Pero estas decisiones desmezuradas.
Me han llevado a ver qué me demostraste que sobrepensar las cosas ya no era necesario.
Quise dejarlo para después.
Después de la guerra fría de verdades al hombro, a puerta cerrada, porque afuera está chispeando. La guerra de manos curiosas por debajo de las mesas. De los mensajes privados en conversaciones de mesa.
Quise intentar no verte con los ojos que antes te miraba (sin saber que era imposible). Después de intentar besarte sin sentirte lo que te sentía, en un intento de acatar la reglas. Nuestras reglas. (Y la felicidad que es saber que fallamos) quien diría que traería alegría equivocarse?
Después de que me miras sin vergüenza, tan. Tan hermosa. Y que me encierras en una diatriba de promesas imposibles…
Después de que derrotas con un sincero besito, años y años de mis demás amaneceres.
Hoy que tengo la dicha de probar tus labios. Hoy. que a quien le importa?
Que no nos pedimos nada. Que aunque nos falte por sentir. Sentimos al momento y sin frenos.
Que no llevamos prisa, más que por llamarnos otra vez, con el pretexto se preguntarnos como estamos.
Hoy que ya no me importan las consecuencias.

Por que por ti tengo el privilegio de saber que no hay motivo ni excusas para los después.